El 30 de Enero fue mi cumpleaños y unos cuantos amigos me regalaron una sesión en los baños, eran unas dos horas con un masaje de media hora incluido, una auténtica pasada.
¿Qué es?
Los baños de la calle Aire son los mismos baños termales que fundaron los romanos y luego remodelaron los árabes. Perduran con la misma esencia.
Un halo de exotismo y privilegio que realmente hechiza.
¿Cómo es?
La puerta principal de los baños da a la estrecha calle del Aire, no son fáciles de encontrar pero merece la pena. Se accede por un patio donde ya comienzas a oír los relajantes sonidos del agua gracias a una pequeña fuente que te recibe.
En el interior está la recepción y un patio antiguo estilo árabe con otra fuentecita en el centro como es tradición.
Antes se accedía a los baños desde ese patio, ahora esas puertas están cerradas y hay que subir a la planta de arriba para cambiarse de ropa primero.
Todo el edificio es más silencioso que cualquier biblioteca de Sevilla y el aroma a incienso y especias está presente en cada habitación.
Es otro mundo.
El circuito comienza con la sala de relajación, donde una fuente de agua fría es el único sonido que ameniza la introducción a los baños: té caliente de cardamomo para acompañar unos minutos de relax, tumbado sobre mármoles calientes con una almohada ergonómica bajo la cabeza.
A continuación se pasa al Tepidarium, gran piscina de aguas termales tibias con asientos en los lados para descansar con una suave música de fondo. En esa misma sala se encuentra el Frigidarium, una pequeña piscina de aguas muy frías donde debes pasar unos breves instantes mientras frotas tu cuerpo con hielo antes de pasar al Caldarium, una piscina contigua de agua verdaderamente caliente.
La sensación es inexplicable. Te transporta a otro mundo. Cada segundo es un año y a la vez el tiempo pasa volando.
Hay tres espacios más.
El Hammam, parte importantísima de los baños: es una sauna de vapor de eucaliptus. En él hay un bol tibetano para llenar en una fuente de agua fría y mojarte con el agua para contrastar con el calor y así abrir los poros. El vapor de eucaliptus es espectorante y despeja por completo las fosas nasales, se respira como nunca y el relax es inmediato al tumbarte en el mármol mojado y caliente.
Junto al Hammam hay una piscina de burbujas y chorros a presión, es relajante también pero yo no perdería mucho tiempo allí ya que es algo más o menos común.
En la planta baja se conserva la única sala romana inalterada. Es sin duda una de las experiencias más relajantes. Se trata de una piscina de agua salada de mar. Tiene una altísima concentración de sal así que flotas mucho más de lo normal. Yo no tenía muchas expectativas en esa piscina, para mí era la menos interesante de todas; resultó ser sin duda la mejor.
En la pared hay unas barras laterales para colocar los pies y así flotar sin preocupaciones y relajarte. Pero el día que fuimos nosotros no había casi nadie, fue realmente íntimo. La piscina estaba vacía.
Un amigo me sostuvo flotando en el agua mientras me movía despacio por toda la piscina, fue como olvidarte por completo de donde estás y volver al útero materno o algo así.
No lo puedo explicar pero fue de las mejores experiencias de mi vida.
Por último nos dieron a los cuatro un masaje de media hora, empezando por los pies y acabando en la cabeza.
Lo recuerdo y se me ponen los pelos de punta.
¿Por qué ir?
Por la experiencia, sin duda.
Me acuerdo perfectamente de la sensación que tuve al salir y volver al mundo real, era como volver de otro planeta y que nada de lo que antes te preocupaba ahora te importe.
Tan relajado flotando por la ciudad.
Me acordaré siempre.
No sé cuanto dinero vale por que fue un regalo y no he querido mirarlo, pero más información aquí.
¿Quieres un consejo?
Ve.Con amigos, con tu pareja, solo/a… haz lo que quieras pero ve.
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